¿CACTUS O FLOR?

A principios del mes pasado, Dios me dio el privilegio de coordinar el encuentro de mujeres de mi iglesia, llamado “Lo mejor está por venir, Jesús”. Fue demasiado especial: hubo libertad, sanidad física y emocional, mujeres recuperando su identidad, momentos de perdón, bautismos… en resumen, fue un tiempo único. El encuentro tuvo una duración de dos días, durante los cuales nos apartamos de la ciudad y nos desconectamos totalmente.

Hay una bonita costumbre, y es que, cuando se regresa, la familia recibe a las personas que asistieron, generalmente con flores y cartas. Le pedí a mi esposo que, al llegar del encuentro, me recibiera con un abrazo, algún detalle y que orara por mí. Cuando regresamos, efectivamente, la mayoría de los esposos estaban esperando con flores de diferentes colores, tamaños y texturas, pero yo no veía a mi amor. Entonces lo vi venir con un pequeño cactus 🌵 en sus manos, una carta y los brazos abiertos. Me quedé súper sorprendida; él siempre marca la diferencia. Me surgió la pregunta: ¿por qué un cactus? Deseaba leer la carta y saber qué me quería decir Dios a través de este hermoso cactus, al que llamé “flechudito”.

Cuando leí la carta, no paré de llorar, ya que sentí cómo el Señor habló a mi corazón. La carta decía:

“Te regalo este cactus 🌵 que representa tu fuerza, resistencia y perseverancia. Los cactus son plantas que sobreviven en condiciones difíciles, en lugares hostiles donde otras plantas morirían rápidamente. Eres como este cactus; has pasado por el calor del sol, por la falta de agua, por pruebas, pérdidas, desafíos, escasez… pero sigues en pie, firme, reluciendo y siendo un referente e inspiración para muchos.”

Al terminar de leer la carta, sentí cómo Dios me decía: “Siempre he estado contigo, nunca te abandonaré, y naciste para reverdecer.”

Este mensaje también es para ti, que estás viviendo un momento donde crees que no tendrá fin, que nada va a cambiar, que no vas a avanzar, que has fracasado una y otra vez. NO ESTÁS SOLA. En tu peor momento, en tu peor temporada, en este tiempo de sequía, en este desierto, es donde Dios te sorprenderá y te abrazará.

Ser como un cactus es aprender a adaptarse a las circunstancias que la vida nos presenta. No siempre tendremos control sobre nuestro entorno, pero podemos confiar en que Dios nos ha equipado para prosperar dondequiera que nos coloque.

Cuando pensamos en la naturaleza, la belleza de las flores suele capturar nuestra atención. Sus colores vibrantes y su fragancia son cautivadores; nos gusta su apariencia y delicadeza, pero eso también las hace vulnerables. Las plagas, el viento o incluso un cambio brusco de clima pueden dañarlas rápidamente.

Ser como un cactus es aceptar que la vida no siempre será fácil, pero que con la ayuda de Dios, podemos sobrevivir y florecer en cualquier situación. No dependemos de las circunstancias, sino de una fuente interna de fe y fortaleza que nos permite enfrentar las tormentas y las sequías con confianza.

“Yo sé lo que es vivir en la escasez, y sé lo que es experimentar una abundancia abrumadora. Porque estoy entrenado en el secreto de superar todas las cosas, ya sea en la plenitud o en el hambre. Y descubro que la fuerza del poder explosivo de Cristo me infunde para conquistar cada dificultad.”

Filipenses 4:12-13 (TPT)

Este pasaje nos recuerda que podemos “estar contentas en cualquier situación” porque Dios nos da la fuerza para enfrentar cualquier circunstancia. Adaptarse y seguir adelante, a pesar de las adversidades.

Dios está contigo y nadie puede ir en contra.

¡No naciste para rendirte, sino para avanzar en el propósito de Dios para tu vida!

¿Cactus o flor? ¡Reverdecerás! 🎶

https://youtu.be/z5du7ncP8V0?si=kD7ZxZVa3_0XxXOB

Resiste 

Persevera 

¡Lo mejor está por venir!

Con Cariño,

 Nathy Sánchez

Feliz de ser cactus