top of page

¡NO TE AGACHES!



Esta es una tentación que a menudo no comprendemos como tal. La tentación de hacernos más pequeñas, de escondernos por miedo a lo que los demás piensen de nuestro potencial e incluso por lo que nosotras mismas pensamos. A menudo creemos que no tenemos lo suficiente. Esto le pasó a Gedeón, pero también le pasó a Saúl. El problema de tener un concepto errado de quienes somos (sea para más o para menos) es que vivimos haciendo y actuando de manera incorrecta.


Gedeón es un ejemplo claro de alguien que se veía a sí mismo de manera incorrecta. En Jueces 6:15, Gedeón respondió al llamado de Dios diciendo: "¡Ah, Señor mío! ¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre". Gedeón se veía a sí mismo como el menos capacitado, el más insignificante, pero Dios tenía una visión diferente. Dios lo llamó "hombre valiente y esforzado" (Jueces 6:12). La percepción incorrecta de Gedeón sobre su identidad casi le impide cumplir el propósito que Dios tenía para él. Esa es una manera en la que podemos vivir ajustándonos a algo que no somos.


Saúl también tuvo un problema similar. Cuando fue ungido como el primer rey de Israel, se escondió entre el equipaje por temor (1 Samuel 10:22). Aunque era físicamente imponente y provenía de una buena familia, su baja autoestima y miedo a las opiniones de los demás lo hicieron dudar de su llamado. Con el tiempo, su inseguridad llevó a decisiones equivocadas y a un reinado problemático. Su historia nos muestra cómo una percepción distorsionada de nosotras mismas puede llevarnos a la desobediencia y a apartarnos del propósito de Dios.


Una percepción incorrecta sobre ti te puede costar tu destino.

La Biblia nos enseña que nuestra identidad no debe basarse en nuestras propias percepciones ni en las opiniones de los demás, sino en lo que Dios dice de nosotros. En 2 Corintios 5:17 se nos recuerda que "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". Esto significa que debemos vernos a nosotros mismos a través de los ojos de Dios, como nuevas criaturas, capacitadas y llamadas a cumplir su propósito.


Es importante recordar que la humildad no significa menospreciarse a uno mismo. Como señala Romanos 12:3, "digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". La verdadera humildad es tener una percepción correcta de quiénes somos en Cristo, reconociendo nuestras debilidades, pero también nuestras fortalezas dadas por Dios.


También quiero recordarte que no agacharte es una expresión para que no te encojas en relaciones en las que no cabes, en donde tienes que limitar tu diseño para encajar. A veces nuestro deseo de pertenecer, de sentirnos amadas o vistas nos coloca en situaciones donde dejamos de ser quienes somos para no incomodar. Si mientras leías esto pensaste en una situación particular, este es tu recordatorio para tomar tu lugar. 


Finalmente, para vivir de acuerdo con la identidad que Dios nos ha dado, debemos renovar nuestra mente y dejar que su verdad transforme nuestra manera de pensar y actuar. Romanos 12:2 nos exhorta a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformadas por la renovación de nuestro entendimiento. Al hacerlo, podremos discernir la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta. Al abrazar nuestra verdadera identidad en Cristo, podemos evitar la tentación de escondernos y, en cambio, vivir plenamente en el propósito que Dios tiene para nosotras.


Con amor


Jilary con J

 
 
 

Comments


©2024 por Entre Nosotras Project.

bottom of page